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En todo el mundo no hay nada más blando y débil que el agua.
  Sin embargo, nada llega a igualarla
    en su forma de acosar a lo duro.
No se la puede cambiar por nada.

Que lo débil vence a lo fuerte y lo blando vence a lo duro
  lo sabe cualquiera en la tierra,
    pero nadie puede actuar conforme a ello.

Así también dijo un llamado:
  "Quien toma sobre sí la suciedad del reino,
     ése es el señor en el sacrificio a la tierra.
   Quien toma sobre sí la desdicha del reino,
     ése es el rey del mundo."
Las palabras verdaderas son como puestas del revés.



El párrafo primero, puede traer una imagen buena, la del sentido o razón que ataca a lo duro, a las mentiras: que desmiente lo pretendidamente macizo, la pretendida unidad, lo pretendidamente bien establecido. Puede ser una buena imagen mientras no se la tome en serio. Como imagen, claro, es falsa. Porque el sentido, lo que viene a romper la fe, no está en el mundo; no es nada positivo de lo que se pueda saber: es puro acto en contra. No se puede medir ni comparar con nada real. Y en esto, sí que está bien la negación final de este primer párrafo: "No se la puede cambiar por nada".

Lo que sigue después de este primer párrafo es un camino de asimilación o de ir metiendo en la Realidad la cosa (es, como decíamos, el peligro de tomarse en serio las imágenes): Dice que lo débil vence a lo fuerte. Con esto, a la mentira de que la negación sea débil o blanda (puesto que no es real, no puede ser eso) se añade la de la imagen de la victoria, de vencer, que ni se ve para qué pueda servir, ni se ve que en la Realidad pueda asegurarse ninguna victoria. Más bien, basta con desmentir lo que tantas veces el poder dice: que siempre ha habido, que hay y que habrá opresión con sus mentiras. Eso sí que es una fábula, una trola del propio poder que quiere hacerse total y eterno. Eso se puede desmentir así de fácilmente; no hay por qué creer en una victoria futura: el sentido no está interesado en nada de eso: hace ahora, desmiente ahora.

Ya el último trozo es descaradamente contra el sentido, con más descripciones de los propósitos y conductas de los "llamados"; sus sacrificios y su victoria usando algo así como la modestia, la austeridad y el consiguiente (y funesto) respeto.

La última frase, así suelta, sí parece que puede ser graciosa: "Las palabras verdaderas son como puestas del revés."