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Mis palabras son muy fáciles de entender,
    muy fáciles de llevar a cabo.
Pero nadie en la tierra las puede entender,
    las puede llevar a cabo.

Las palabras tienen un antepasado.
Las acciones tienen un dueño.

Porque no se entienden éstas, no se me entiende.

Justamente en que se me entienda tan rara vez,
    en eso se funda mi valor.

Por eso el llamado va con harapos de pelo de cabra,
    pero en el pecho guarda una joya.



Parece que el sentido habla claro en el primer párrafo: lo que quieren hacer creer que es inamovible, insalvable, inevitable; lo que predican de la Realidad y de que las cosas son como son, eso, por otro lado, cualquiera entiende que son mentiras, que son imposiciones, que el Dinero está para joder; es fácil de entender; es fácil de llevar a cabo, pasar de los amuletos: ¡tan fácil! Tan fácil como no hacer; no seguir; no esforzarse; no trabajar; no creer... Tan fácil, pero tán contra la Realidad: dentro de la Realidad, en la tierra, al servicio del Dinero, nadie las puede llevar a cabo. Sólo en contra.

El resto del capítulo, más bien se siente como doctrina y mística del "sabio".

Quizá pudiera imaginarse que el trozo del sentido sería, sin interpolaciones, algo así:

Mis palabras son muy fáciles de entender,

    muy fáciles de llevar a cabo.

Pero nadie en la tierra las puede entender,

    las puede llevar a cabo.

Porque no se entienden éstas, no se me entiende.

Justamente en que se me entienda tan rara vez,

    en eso se funda mi valor.


En la frase "Porque no se entienden éstas, no se me entiende", "éstas" se referiría a las palabras tan fáciles de entender. En tal caso, vendría a decirse que no hay nada especial en mí que las digo; ni hay que saber nada, ni estar formado en la doctrina, en la cultura, que basta con oír lo que va sonando. Lo mismo que puede sentirse en aquel aviso de "Quien tenga orejas, que oiga", o sea, que oiga cualquiera.