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Quien tiene agarrada con fuerza la plenitud de la vida,
    ése se parece a un niño recién nacido:
Las culebras venenosas no le pican.
Las fieras salvajes no le echan la zarpa.
Los pájaros de presa no caen sobre él.

Sus huesos son débiles, sus tendones blandos y, sin embargo,
  puede agarrarse con fuerza.
Aún no sabe nada de hombre y mujer y, sin embargo,
  su sangre se enerva, porque tiene abundancia de semilla.
Puede gritar todo el día y, sin embargo,
  su voz no se pone ronca, porque tiene abundancia de paz.

Reconocer la paz significa ser eterno.
Reconocer la eternidad significa ser claro.
Aumentar la vida se llama dicha.

Poner sus fuerzas en pro de su deseo se llama fuerte.
Se han vuelto fuertes las cosas: envejecen.
Pues eso es contra-el-sentido.
Y contra-el-sentido está cerca del fin.



Empieza otra vez con esa plaga de hoy día del sector felicidad y del sector terapia; esa plaga que llaman "plenitud", "estar completo". Lo mezcla en revoltijo (que es siempre lo peligroso, porque es lo que engaña) con la inocencia, o sea, con el no-saber de un recién nacido. ¿Por qué decide convertir lo que simplemente es negativo, lo que sería "que el niño no sabe", en ese cuento de "tener agarrada la plenitud de la vida"? Porque tener agarrada la plenitud de la vida, ¿no es estar acabado?

Lo sigue con la especie de respeto o de compasión de las bestias hacia la inocencia. Sin culpa no hay castigo. Más bien: "Sin intención no hay revancha ni contraataque".

Repite el revoltijo, cuando en lo que hay de sentido común al decir que el recién nacido sin saber hace; que justamente por no saber, lo hace bien (grita todo el día sin quedarse ronco); o que sin hacerse él mismo (sin estar fuerte y duro) puede agarrarse con fuerza (¿habría que entender que a lo duro?), pues que esto también lo esplica y sabe su motivo, p.ej., que el niño está lleno de paz.

El paso siguiente ya es espresamente doctrina, o sea, saber: "reconocer la paz significa ser eterno"; "reconocer la eternidad significa ser claro".

En el último trozo ("Poner sus fuerzas...") entra arrasando el sentido: habla contra los ojjetivos y el entrenamiento para cumplirlos ("ser fuerte", es eso). La cadena de realidades es ésa: La fuerza, la preparación, es hacerse viejo; es estar "cerca del fin".

Esta espresión parece muy buena: "cerca del fin". No se le reconoce con ella ni a la muerte ni a los objetivos que pasen de verdad. Están sólo cerca. Podría ser una esplicación para eso de "cumplir": cumplir es que algo está muy cerca; está tan cerca como nuestra persona; se ha hecho real (pero no pasa).

Así, puede ser buena píldora contra las mentiras esta frase: "La Realidad está muy cerca".