49

El llamado no tiene corazón propio.
Hace del corazón de la gente su corazón.

Para el bueno soy bueno, para el no-bueno también soy bueno,
  pues la vida es la bondad.
Para el leal soy leal, para el desleal también soy leal,
  pues la vida es la lealtad.

El llamado vive en el mundo completamente en quietud
  y pone lejos su corazón para el mundo.
Toda la gente lo mira y lo escucha
  y el llamado los acepta a todos como sus críos.



Quizá las dos primeras frases -dejando a un lado lo del "llamado"- puedan sentirse como negativas contra el individuo: hacer nuestro corazón, corazón común, corazón de gente, es negarse a defender nuestro corazón personal, nuestra persona, nuestro futuro.

Después claramente el trozo se convierte en una moral acompañada ejemplarmente del conocimiento de lo que es la vida: Dice qué es la bondad y la lealtad.

Vuelve a aparecer el famoso silencio o reposo para estar en el mundo, como regla de vida: la última frase es bien reveladora de cómo nos debiera sonar siempre la palabra 'elegido' o 'sabio', porque el mundo que contra el sentido dibuja esa frase, es el que se puede costatar hoy día cambiando lo de "elegido" por "la tele": "La gente la mira y la escucha; y la tele acepta a todos como sus críos".