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Querer hacerse con el mundo y cuidarlo:
    he esperimentado que eso marcha mal.

El mundo es una cosa espiritual
    a la que no se tiene que cuidar.

Quien lo cuida, lo estropea.

Quien lo agarra, lo pierde.

Las cosas tan pronto se nos presentan como tan pronto siguen,
  tan pronto alientan cálidamente como tan pronto soplan frío,
  tan pronto son fuertes como tan pronto son débiles,
  tan pronto flotan a lo alto como tan pronto caen.

Por eso el llamado 
  evita lo mucho, lo demasiado, lo muy grande.



El sentido habla aquí claro: el corazón de la cosa está en el párrafo que empieza: "Las cosas tan pronto se nos presentan como tan pronto siguen": Nos desengañamos de saber las cosas, porque los intentos de cuidar y de ordenar las cosas nacen siempre de saber cómo son. En cuanto cae el saber, cae el cuidado y las órdenes.

La última frase es interpolación contra el sentido: un intento de no oír lo que se dice de que no sabemos las cosas. Un intento de mantener al sabio. Porque, si no sabemos cómo son las cosas, ¿por qué evitar lo mucho o lo poco, lo grande o lo pequeño?