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Un buen caminante no deja tras sí ninguna huella.

Un buen orador no necesita contraproponer nada.

Un buen contador no necesita palillos.

Un buen portero no necesita cerrojo ni llave,
y sin embargo nadie puede abrir.

Un buen atador no necesita ni cuerda ni cintas
y sin embargo nadie puede desatárselo.

El llamado siempre tiene por bueno libertar a los hombres,
por eso para él no hay ningún hombre condenado.

Él siempre tiene por bueno libertar las cosas, 
por eso para él no hay ninguna cosa condenada.

Esto se llama recibir la claridad.

Así, son los hombres buenos los maestros de los no-buenos,
y los no-buenos son el material de los buenos.

El que no honrara a su maestro 
y no amara a su material,
ése estaría gravemente equivocado en todos los conocimientos.

Éste es el gran secreto.



El sentido quizá esté hablando en la primera parte de este trozo, en donde parece decirse que el sentido está ya haciendo ahora algo sin que le podamos meter dentro de la Realidad:

i) No le podemos buscar al sentido consecuencias o costrucciones futuras (puesto que el NO contra la mentira es algo puramente negativo; nada positivo, y por tanto, no añade nada por su cuenta): no deja huella; ni quiere proponer nada, o sea, argumentar algo positivo que se enfrente a otras tesis positivas: o sea, no quiere contra-poner (widerlegen) algo a las opciones que nos ofrecen: el sentido no propone nada, sino que niega lo propuesto.

ii) El sentido nos dice que no podemos encontrar un método o mecanismo o camino sabido para hablar bien, oponiéndose así al que sería el ideal de la Lógica formal. Ideal que, hablando en términos históricos, se fue desmoronando entre los que en las décadas primeras del siglo XX se ocupaban de fabricar la Ciencia, pero que para nada ha impedido que el Régimen del Dinero (éste: el que padecemos ahora y que, por tanto, es el peor de todos los Regímenes, porque es el único que hay) no sólo defienda, sino que reafirme ese ideal de la Lógica (que en definitiva es el ideal científico; el ideal de que se saben las cosas), y lo use sin reparo como dándolo por lozano y válido. Contra este ideal, el sentido nos avisa que "El buen contador no necesita palillos"; imagen la de los palillos que parece muy acertada, y que hoy en día serían los ordenadores, máquinas indudablemente tontas, pero que el Régimen impone como el colmo de la inteligencia y precisión. Una de las formas más importantes de esta imposición -aunque aparentemente no sea la más masiva- es la que lleva a cabo la Ciencia en sus Universidades, donde, como decíamos, se persiste en la defensa de esa cosa muerta de la Lógica Formal, para hacerla pasar por viva, usando precisamente estos ordenadores como prueba visible en donde se estaría realizando de verdad ese ideal de la Lógica. En las universidades florecen para ello parcelas de investigación y de Ciencia donde esta pretensión se sostiene bajo los nombres de Inteligencia Artificial, Ingeniería del Conocimiento y otros por el estilo. Son nombres ridículos, desde luego, pero no podemos por ello dejar de remarcar la importancia que tienen para mantener la Fe en que se saben las cosas. Y con todo lo ridículos que son, el Régimen por supuesto no los abandona. Esto, creo, es un aviso útil en general: la mayoría de las cosas que se repiten masivamente son ridículas. Los monigotes que ponen por las teles haciendo como que mandan (y no es que haya otros detrás que manden de verdad, no. Sino que es la Fe misma en el Dinero, en el Futuro, con la Ciencia como soporte, el que lleva las riendas) son también ridículos; e incluso en las propias teles los tratan de alguna forma como tal. Es así, sí. Pero eso no tiene que despistarnos para que no le demos importancia a todas esas ridiculeces -lo que muchas veces se oye de "eso son cosas que no se las cree nadie". Sí, sí. Sí nos las creemos. Así que no nos las podemos saltar porque sean ridículas o burdas, como lo son.

De las imágenes del atador y del portero, no se me ocurre que directamente puedan sugerir lo que ahora quizá hace el sentido, que más bien queda evocado con cosas como el des-atar, des-enredar, abrir, salir, etc. Aunque si no lo hace a través de la imagen, sí en cuanto a la aparición de la contradicción donde se usan esas imágenes, que hace que se acusen entre sí, y queden desprestigiadas: ¿qué es atar sin cuerda? ¿Es que eso es atar en realidad? ¿qué es cerrar sin cerrojo ni llave? ¿Puede concebirse en realidad eso?

Y sí parece que el sentido habla ya en las líneas siguientes, al desmentir que ni hombre ni cosa estén cerrados de verdad: que estén condenados. Ahora, al declarar la mentira de la costitución del Mundo; ahora que la cosa viva se rebela contra el Futuro impuesto como natural y necesario, habla el sentido descubriendo la falsedad de la unidad de la cosa. Una sola cosa que se rebela contra su unidad (que por tanto amenaza con no tener fin), inmediatamente hace que cualesquiera otras cosas se abran también a ese sinfín, que, por ser sin fin, no puede detenerse en ninguna frontera de ninguna otra cosa. Hay que contar aquí, como en otros sitios, es verdad, con la contradicción de que al sentido se le esté metiendo en la Realidad a través de la persona del sabio, cuando no quiere el sentido tener huellas. (Recordamos el trozo de Heráclito [32D-K] donde espresamente parece que se declara también esta contradicción. Una de las posibles formas de entender sintácticamente el trozo -que parece en sí mismo un mecano de posibilidades- podría traducirse parcialmente: "... lo inteligente quiere y no quiere que se le de el nombre de Zeus."). No hay solución a querer saber de antemano si el sabio que aparezca aquí o allá en el librito declara cosas según el sentido, o si es su falsificación y asimilación. Habrá que poner el oído y a ver qué se oye.

Y ya parece que el sentido abandona el capítulo con la aparición de lo contrario al sentido: a partir de "Esto se llama recibir/heredar la claridad..." (que hasta espresamente parece ya que se anuncia como glosa de lo anterior; entendiendo: "Esto de aquí quiere decir...". Así quizás haya que ir entendiendo las apariciones de esta fórmula tan repetida en el librito: como declaraciones de glosas, de interpolaciones, que normalmente, ya sabemos, lo que intentan es asimilar el sentido a la Realidad, y por tanto ir en su contra). Vemos como va contra el sentido (contra lo que todavía resuena en razón de las líneas anteriores): reconvirtiendo la cosa en lo que tiene que hacer un sabio; y en qué consiste ser sabio. Es útil verlo un poco en detalle:

(i) "Esto es recibir/heredar la claridad": o sea, está diciendo en qué consiste y de dónde viene el sentido, puesto que no sólo es que diga que es a través de "la claridad", sino que espresamente dice que eso se "hereda", o sea, que al sabio le viene de algún sitio, y que él lo retiene en herencia. Lo cual, está en contra de lo que está diciendo el sentido todavía unas líneas más arriba, donde se revuelve en contra de que se lo intente meter en ningún sitio de la Realidad: ("no deja tras de sí ninguna huella"), y por tanto tampoco puede heredar el sentido ningún sabio (pues eso querría decir que el sabio sería la huella que nos dice el sentido que no deja; y que su sabiduría, su "claridad", sería la herramienta del sabio para que por su boca aparezca el sentido, lo cual también nos avisa antes el sentido que no puede ser; que no hay palillos ni herramientas ni métodos que lo traigan a él).

(ii) "Así son los hombres buenos los maestros de los no-buenos": sin querer admitir lo que el sentido declara sencillamente antes: que no da a ningún hombre por condenado, ni a ninguna cosa, y que, por tanto, cualquier cosa se está liberando ahora de su definición (ahora que el sentido actúa haciendo eso precisamente), el glosador intenta arreglarlo pasando a decir lo contrario: que hay hombres buenos (que por tanto ahora el sentido no los libera, en contra de lo que aún resuena de antes, que bien claro es: lo de que no hay ninguna cosa condenada, y tampoco, por tanto, el hombre-bueno puede estar condenado a ser eso esactamente) y hombres no-buenos (que serían el "material" de los hombres buenos). Es la asimilación frecuente del sabio santo: el que tiene que hablar por amor a los otros. O sea, no es que se le ataque a las mentiras por ser eso, mentiras. No. Sino que en este intento de asimilación del sentido, lo que se pretende es que al sentido que ahora ya se siente desmintiendo las mentiras, hay que buscarle una causa ajena a eso mismo que ya está haciendo ahora (por ejemplo, el amor a los hombres no-buenos) y por tanto quitándole sentido al sentido en sí mismo (puesto que se le pretende buscar su razón en una cosa ajena a lo que él ahora está haciendo).

(iii) El resto del capitulito es el desarrollo habitual en forma de consejos morales de lo que esos sabios, "los hombres buenos", y los no sabios, "los hombres no-buenos", tienen que hacer: honrar al maestro y amar al discípulo; y de remate, lo de que "Ése es el secreto" (o sea, de nuevo, diciendo -contra lo que dice todavía desde antes el sentido- que sí hay método; que éstos son los palillos para que aparezca razón: amor a los no-buenos y respeto a los sabios).